Esbozos y rasguños
Pronóstico reservado
«Si siempre escalas por la cara difícil de la montaña, un resbalón terminará siendo fatal, aunque haya días de vistas increíbles en los que te sientas más vivo que nunca. La caída acabará llegando por agotamiento, por un fallo técnico o por un despiste tonto. Pero será inevitable»
El Real Madrid prueba de su propia medicina y tira la Liga

El Madrid parece un paciente de la serie House: sabemos que varios de sus órganos vitales le están fallando a la vez, pero no tenemos muy claro todavía cuál es el diagnóstico. Solo vemos un puñado de síntomas más que evidentes (raquitismo defensivo, flojera de ... piernas desde el punto de penalti, hemorragias incontrolables por el lateral derecho) que le apartan de mostrar su versión más saludable. El doctor House y su equipo iban apuntando siempre en una pizarra distintos nombres de enfermedades, patologías, afecciones, síndromes impronunciables y trastornos (uno siempre gritaba 'lupus' por si acaso) para intentar dar con el remedio que lograra sacar del coma al pobre sujeto agonizante en la cama. En muchos momentos uno no entendía ni cómo seguía con pulso el paciente en cuestión. Hasta que una suerte de revelación, a veces un golpe de fortuna, daba la respuesta adecuada a tiempo al viejo gruñón interpretado por Hugh Laurie.
Ancelotti trata de apuntar en la pizarra del vestuario todos los problemas que afectan a su equipo, pero no logra dar con la cura definitiva. Su equipo se mantiene con vida, aferrándose como puede en todas las competiciones, aunque su horizonte no parezca demasiado alentador. Mejora y recae, entra y sale de cuidados intensivos.
Para lo que no hace falta tener un gran ojo clínico es para saber que mandando al limbo tantos penaltis (en Anfield, en San Mamés, en Mestalla, en el Metropolitano, en el Bernabéu) se hace difícil llegar muy lejos. Es un lastre demasiado pesado. Si siempre escalas por la cara difícil de la montaña, un resbalón terminará siendo fatal, aunque haya días de vistas increíbles en los que te sientas más vivo que nunca. La caída acabará llegando por agotamiento, por un fallo técnico o por un despiste tonto. Pero será inevitable. Sin un lateral derecho en condiciones, sin apenas centrales y sin un lanzador de penaltis, lo asombroso es que el equipo no se haya despeñado mucho antes.
El doctor Ancelotti tiene que ponerse ahora la bata blanca y pasar unas cuantas horas en el laboratorio, estudiando la manera de revivir a su equipo antes de enfrentarse al Arsenal en Londres. Porque la Champions es lo más parecido a la morfina para los madridistas. No cura, pero alivia.
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